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No era yo

Recuerdo que me perdí, dejé de ser yo, me convertí en la sombra de lo que era, creo que fue la oscuridad lo que empezó a adueñarse de mí. Era alguien que había olvidado lo que era sonreír de verdad, todo me resultaba triste, incluso aquello que me ilusionaba. Deseé volver a ser quien había sido, pero no podía, simplemente me hundía un poco más día a día. Volvieron las pesadillas, empecé a perder el apetito, todo comenzó a dejar de tener sentido. Mi familia se empezó a preocupar, hubo amenazas para que comiera, para que durmiera, había cierta desesperación en sus miradas. Pero yo no hacía caso, porque me hundía, me ahogaba en algún lugar de mi alma, intentaba repararme pero lo único que conseguía era quedarme sin aliento por el esfuerzo.

Dejaron de importarme tantas cosas, cancelé tantos planes que me hubieran apetecido en otros tiempos. Añoraba los sueños bonitos con tanta intensidad, quería poder reír a carcajadas, volverme loca de la emoción. Quería volver a perseguir mis sueños, salir de la oscuridad en la cual me encontraba. Pero no podía, por eso le rogaba a la parte de mí que estaba rota, "por favor, déjame arreglarte, déjame ser yo". Ella me miraba con sus ojos enrojecidos, irritados de llorar todo lo que yo no me dejaba llorar, y me decía con la voz rota. "No puedes volver a ser quien eras porque no eras nadie, ¿nunca te has fijado en cómo te dolía el corazón? Eras un reflejo de lo que creías querer ser, ahora es tiempo de aprender a madurar desde mí".

Ese día me di cuenta de lo perdida que había estado, quise romper a esa otra parte de mí, la que seguía llorando a gritos mientras yo sonreía, estudiando cada gesto que hacía. Tenía razón, yo solo era el reflejo de lo que creía que era ser la mejor versión de mí, ella sabía lo equivocada que estaba. Ese día, cuando la oscuridad volvió a invadir mi mente la abracé con fuerza, porque ambas lo necesitábamos, ese abrazo que nunca habíamos llegado a recibir. Era de esa clase de abrazos que te ayudan a saber que todo va a acabar bien, incluso cuando todo a nuestro alrededor es un gran desastre, incluso cuando nosotros somos los causantes del desastre que hay en nuestras mentes. Me vi, en el suelo, tirada como si estuviera muerta, con la mirada perdida y a un ser a mi lado, intentando recoger algo que mi cuerpo sin vida agarraba con fuerza. Era yo de pequeña, una representación física de mi infancia, tenía algunas grietas y parecía tan cansada como yo. Esa parte me miró una última vez, miró mi cuerpo tendido en el suelo y luego buscó mis ojos observando desde otro lugar que no sabría especificar. Sonrió y extendió los brazos para ser aupada, esa extraña criatura la cogió con delicadeza y desaparecieron. Ya solo quedábamos mi cuerpo, en el suelo, y mi alma, desgarrada mirando desde algún otro lugar, fue un momento descorazonador, hermoso y único, mi infancia acababa de morir.

No es tan malo, significaba cambiar, incluso si llegaba antes de tiempo, era demasiado temprano. Y aún así sucedió, todo se transformó, empecé a distinguir y a ver tantas cosas que mi mente nunca había querido asimilar, me sumergí en una realidad que estaba hecha para gente adulta. Me tocó madurar, incluso aunque tuviera a veces estallidos de irresponsabilidad, empecé a encontrar interesantes otras cosas, cambié al ansia de leer, a disfrutar de la soledad, a dedicarme de lleno a la escritura y comencé a prestar más atención a la gente que me interesaba por sus palabras. No quería más "perfección" física, ni sonrisas que embobarían a cualquier chica, quería mentes despiertas, causas perdidas y sobre todo, calidez, que supiera que aún estando roto se puede demostrar calidez a aquellos que queremos, incluso cuando ellos no se dan cuenta. A partir de ese momento, le enseñé la puerta a la oscuridad, incluso cuando nunca me encuentra realmente fuera de su alcance, sonreí a esa parte de mí que me había abierto los ojos. Le dije "Ahora empezaré a ser yo, y tú deberías aprender a amarme tal y como soy, yo te amo" sin florituras ni palabras adornadas. Ella me respondió secándose los ojos y aclarándose la garganta, "Eso haré" y se dio la vuelta mientras cambiaba de color.

No era yo, el problema es que nunca había sido realmente nadie hasta que empecé a darme cuenta de todo lo que tenía que valorar. Salí de todo lo que me atormentaba y le di otro sentido a mi filosofía, hoy puedo decir sin reparo que empiezo a conseguir ser feliz, dejar de pensar que no merezco encajar.

Ahora adoro que me digan que soy rara, porque eso significa que empiezo a despertar. Soy yo, alguien muy raro, alguien que lucha por ser feliz, que persigue sus sueños, que abraza la oscuridad de vez en cuando, que juega con sus monstruos. Yo soy sentimientos fuertes bien guardados, soy todo esto y mucho más, algún día te daré todas las palabras y pistas para conocer a quién soy, a quién no era, a quién seré.


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